Por si lo anterior no fuera demasiado para lo que el NYT denomina “acaloradas sensibilidades ahí presentes sobre la soberanía” nacional –como si los estadunidenses no las tuvieran y con mayor grado e intensidad--, la AP informó que los vuelos de dones Predator, a cargo de la Agencia de Inmigración y Aduanas, se iniciaron a principios de 2009, “asistiendo a las autoridades mexicanas en el espionaje para localizar sospechosos de narcotráfico”. En tanto que los vuelos del Pentágono se realizaron con unidades Global Hawk, a lo largo de marzo de 2011, de acuerdo al diario.
La amplísima permisividad del gobierno de leyes y del estado de derecho de Calderón Hinojosa, incluye la intervención estadunidense de las líneas telefónicas de sospechosos de narcotráfico y para que los agentes de Estados Unidos porten armas de fuego en territorio azteca, aseguran las fuentes consultadas por el periódico neoyorquino.
Siempre y cuando los declarantes del Pentágono sean veraces, el abogado, economista y administrador público tiene un discurso para la plaza y otro para negociar en privado, para los acuerdos que suscribe a nombre de México con los gobernantes de Estados Unidos. En los jardines de la Casa Blanca le prometió a Obama que exploraría con el Senado alternativas para proteger a sus agentes en virtud de que la Constitución lo prohíbe, como tampoco permite los vuelos realizados. La conducta esquizofrénica de Calderón es una constante desde los tiempos de la campaña presidencial, cuando enarboló la enérgica defensa de los indocumentados y en privado explicó al embajador Anthony Garza que sólo era un ejercicio retórico para ganar votos, como lo evidenciaron cables de Wikileaks. Informes que lo irritan en grado extremo porque lo exhiben de cuerpo completo como subordinado a intereses imperiales.
El rotativo de la megalópolis subrayó la naturaleza secreta de las operaciones y aseguró que “el lado mexicano” permite “otras prohibidas”, decidiendo “simplemente no reconocerlas”. Concluye: México se hace ciego.
Prueba irrefutable de que no es el país el que “se hace ciego” sino el gobierno que cada vez menos lo representa, es la respuesta de la Secretaría Técnica del Consejo Nacional de Seguridad Nacional, tras de que el michoacano de Morelia fue pinchado con las manos en la puerta.
Con frases categóricas y bellos párrafos, Alejandro Poiré Romero reconoció, por inocultables, los vuelos en labores de inteligencia, pero se adelantó a un debate que apenas comenzó en el Senado y muy probablemente implicará a todo el país porque es de largo aliento, decisivo para el presente y el futuro: los operativos se realizan “con respeto irrestricto a la legislación vigente”, para “la obtención de elementos de información específica definida por México”, “con pleno respeto a los derechos humanos y las garantías individuales”. Y para convencer más aún, el brillante doctor en ciencia política, egresado de Harvard, concluyó que las acciones “se han hecho siempre con la vigilancia y supervisión de la Fuerza Aérea Mexicana”. No se ría, por favor.
Efectivamente, el gobierno de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús “se hace ciego” cada vez más.
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