lunes, 8 de noviembre de 2010
Cd. Juarez,en la mira de los asesinos.
La represión contra el movimiento social de Juárez, Chihuahua el viernes 29 de octubre, cuando policías federales intentaron asesinar al estudiante de Sociología Darío Alvarez Orrantía, de la Universidad Autónoma de Cd. Juárez, es una provocación del gobierno de Felipe Calderón y la enésima demostración de que su narcoguerra es un burdo pretexto para llevar a cabo una campaña de exterminio contra el pueblo y los luchadores sociales en la lógica de una estrategia de contrainsurgencia preventiva.
Fueron dos los policías federales de la corporación dirigida por Genáro García Luna, titular de la Secretaría de Seguridad Pública del gobierno calderonista, los que penetraron al campus universitario, violando la autonomía de esa casa de estudios y le dispararon a Dario, participante en la XI Marcha Kontra la Muerte para repudiar la estrategia del gobierno federal en la lucha contra el narco.
La manifestación de varios cientos de estudiantes universitarios y activistas sociales se llevó a cabo seis días después de la matanza de 14 adolescentes que celebraban un cumpleaños y fueron masacrados por un grupo de matones que penetró a su domicilio. Y a menos de 24 horas de que un comando de desconocidos atacara el vehículo donde eran trasladados a sus domicilios obreras de una maquiladora, de las que murieron cinco.
Desde hace once semanas tanto en Chihuahua, capital, como en Cd. Juárez se lleva a cabo una Kaminata kontra la muerte cada viernes a iniciativa de varios colectivos y organizaciones de activistas, entre las que destaca el grupo editor de La Gota. En esta ocasión la manifestación en Cd. Juárez se integraría al Foro Contra la Militarización que, pese al asedio y la provocación policiaca se llevó a cabo en la UACDJ.
Juárez es hoy la ciudad más peligrosa del mundo y escenario del fracaso de la estrategia gubernamental que la ha militarizado sin lograr terminar con los carteles de la droga que operan sin pena en medio de miles de militares y policías federales que han convertido a la población en blanco de sus arbitrariedades. Por esa razón la exigencia del retiro del ejército y los federales es una bandera del pueblo juarence.
Al analizar lo que está sucediendo en esa ciudad donde la industria maquiladora de exportación mantuvo una de las tasas más altas de empleo -y hoy sufre de desempleo masivo- resulta claro que las fuerzas policiaco militares cumplen el papel de atemorizar a la población y junto con las bandas de delincuentes han generado un clima de terror paralizante.
Las matanzas masivas de jóvenes, las desapariciones de cientos de mujeres y el hostigamiento a las obreras de la maquila, esta rebelando que además de las corporaciones policiacas y militares “legales”, existen grupos clandestinos que llevan a cabo una campaña de limpieza social, eliminando a aquellos que son considerados basura humana, como sería el caso de adictos a las drogas, pequeños traficantes, vagabundos, prostitutas, homosexuales,activistas, etc.
Estos grupos de asesinos organizados para llevar a cabo las tareas que el ejército no se atreve para evitar el desprestigio, son los paramilitares o escuadrones de la muerte, de los que se habla cada vez con más insistencia. Y hasta en el Senado de la República ha comenzado a mencionarse que estos grupos operan en varias entidades al servicio de gobernadores y empresarios.
No es nada nueva la existencia de paramilitares en México. Desde antes de 1968 se sabía de su existencia siempre ligada al ejército del que recibían (y reciben) instrucción militar, dinero y mandos.
La Brigada Blanca en los años setenta fue una agrupación que auxilió al ejército en el combate a las guerrillas urbanas y rurales que había en casi todo México. El grupo Los Halcones, famoso por la matanza del 10 de junio de 1971, es otro antecedente. Antes, para reprimir al movimiento de estudiantes se utilizó al Batallón Olimpia, el que llevó a cabo la provocación con la que el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz justificó la masacre del 2 de octubre del 68, en la Plaza de las Tres Culuras.
En el estado de Chiapas, después del levantamiento indígena zapatista de 1994 surgieron decenas de grupos paramilitares integrados principalmente por indígenas miembros del PRI y del PRD. Los Chinchulines, Mascara Roja y otros. Varios de ellos todavía siguen hostigando las comunidades autónomas del EZLN.
El Ejército de Dios, integrado por indígenas evangelistas, es hoy uno de esos grupos paramilitares que actúa a plena luz con el apoyo del gobernador Juan Sabines un priísta que el PRD hizo su candidato y hoy es gran amigo de Calderón.
En abril pasado, en el estado de Oaxaca fueron asesinados por un grupo paramilitar del Partido Revolucionario Institucional (PRI) dos participantes de la Caravana por la Paz que se dirigía al municipio autónomo de San Juan Copala, Bety Cariño y el activista finlandes Jury Yaakkola.
Pese a la “tradición” paramilitar mexicana, hay algo novedoso en el caso de los escuadrones de la muerte que están actuando en medio de la actual narcoguerra. Y es su carácter secreto, pues se mimetizan con el ejército, las policías y los narcos, ya que utilizan uniformes, armas y vehículos iguales a los de todos ellos. De tal modo que la población no logra distinguirlos y no se sabe a ciencia cierta quienes son los responsables de las masacres, levantones, extorsiones, torturas, etc., etc. que se cometen todos los días en México contra la población civil.
Hoy los movimientos sociales y de izquierda mexicanos están enfrentándose a un poder donde el gobierno, la policía, los charros sindicales, el ejército, los paramilitares y los narcos los combaten, tratando de paralizarlos mediante el terror para impedir la organización del descontento generalizado que hay en el país, mismo que podría transformarse en un movimiento contra el gobierno del PAN y la oligarquía.
Esa es la apreciación que en noviembre de 2009 expresaron militantes del Ejercito Revolucionario del Pueblo Insurgente (Erpi) en el estado de Guerrero quienes en un comunicado con motivo del asesinato de su comandante Omar Guerrero Solis “Ramiro” responsabilizaron a los órganos de inteligencia del ejército de ser los autores intelectuales del operativo ejecutado por un grupo narcoparamilitar. Dijeron en entrevista para Contralínea (ver Voltairenet.org), que en las montañas se han unido las guardias blancas de los terratenientes, los soldados, la policía motorizada y los paras del narco para exterminarlos.
Llama la atención que en el estado de Chihuahua, donde hay decenas de miles de militares y policías de todas las corporaciones nacionales y gringas patrullando y existe un virtual estado de excepción, además de ocurrir matanzas como la de Salvarcar en enero de este año y han sido asesinados decenas de adictos internos en centros de curación, se ejecuten periodistas, abogados, maestros y estudiantes universitarios y jamás se detenga a los autores.
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