1. El gobierno de Felipe Calderón permitió que personal del FBI y otras agencias de seguridad de Estados Unidos interroguen a los indocumentados, principalmente centroamericanos, detenidos en México, según un nuevo cable de WikiLeaks que fue dado a conocer por el periódico español El País; hizo públicas otras cartas de la diplomacia estadounidense en las que el Ejecutivo mexicano solicitó ayuda a gobierno de Washington para apaciguar la situación de violencia en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Se pone en antecedentes al subdirector del FBI sobre el funcionamiento de los cuerpos de inteligencia, específicamente en cuanto a las acciones para detectar a posibles miembros de organizaciones terroristas. Estados Unidos considera que la extensión de su frontera sur con México y el escaso control ejercido por la policía mexicana por el cruce de personas y mercancías lo convierte en un país adecuado para los grupos terroristas.
2. ¡Qué entreguistas gobiernos hemos tenido en México, por lo menos desde 1982! Los gobiernos del PRI de los setenta, de los sesenta, de los cincuenta y más atrás, no eran tan abyectos porque por lo menos conservaban el discurso del llamado “nacionalismo revolucionario mexicano” que servía para engañar a las masas, pero también para presionar un poco a los yanquis. No fue muy poco romper con Franco, simpatizar con Arbenz, dar asilo a Trotsky y luego a Fidel Castro, mantener relaciones con Cuba contra los deseos de la OEA, romper relaciones con Videla, con Pinochet, ayudar al sandinismo en 1978 y apoyar a los salvadoreños rebeldes, así como tener aquí a refugiados de varios países con la oposición de la derecha empresarial y los panistas. No es sencillo decir que sólo eran fintas priístas que buscaban prestigio internacional. Se necesitan más análisis para saber cómo México logró en esos años presencia mundial.
3. Era distinto “el PRI de los setenta” -como calificaban los salinistas y panistas a Cárdenas, Muñoz Ledo y López Obrador- al PRI del neoliberalismo que le abrió las puertas a la derecha panista entregándose totalmente a los brazos de Reagan, Bush, Clinton, Bush 2 y Obama. El entreguismo total de Calderón es herencia de hace casi tres décadas que seguro continuará con Peña Nieto, pero no estoy seguro que si llegara López Obrador pueda acabarlo, aunque sí hacerlo menos brutal. ¿Cómo frenar en seco esa descarada intervención yanqui en México que permite que más de 20 mil agentes de la CIA, la DEA, del FBI, de la INTERPOL, de la embajada y consulados yanquis, se dediquen a espiar teléfonos, servicios de transporte, universidades, registren a migrantes en territorio mexicano, etcétera? Seguramente AMLO tiene la llave para expulsarlos del país, pero no se lo hemos escuchado en ninguno de sus discursos.
4. No es necesario, además casi imposible, romper relaciones diplomáticas con el gobierno yanqui por su descarado intervencionismo en el país; pero sí es indispensable dejar muy claro con ellos las relaciones que se mantienen. No es un secreto que durante la crisis de 1981-82 del petróleo y luego del “saqueo” que denunció mordiéndose la lengua López Portillo, los yanquis –con Reagan en la Presidencia- aprovecharon todo para meterse hasta la cocina: Silva Herzog, nuevo secretario de Hacienda, por órdenes del presidente electo De la Madrid firmó con Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional un “Programa de austeridad” que se convirtió en una cadena para la aplicación de políticas económicas y del presupuesto anual de México; tampoco es un secreto que De la Madrid declaró que había que devolverle a la sociedad (igual iniciativa privada) lo que el Estado le había quitado. Fue la aceptación total, abierta, de la imposición del neoliberalismo y la privatización sin contemplación.
5. Fue cuando el entonces priísta Muñoz Ledo y muchos de los articulistas después, denunciamos que se trataba de “otro proyecto económico de nación”. Salió al quite Angel Gurría (¿secretario de Relaciones?) y respondió burlándose de nosotros diciendo que no se trataba de un sexenio sino de 25 años o más en que el Estado cedería su lugar a la iniciativa privada. Con Calderón se cumplirían 30 años del más abierto y acendrado neoliberalismo privatizador y Gurría –que fue previsor- es hoy un funcionario internacional al servicio de los Estados Unidos. El neoliberalismo fue un proyecto económico y político transnacional que nació con la Thatcher y Reagan y se extendió en todo el mundo; llevó a la firma de Tratados de Libre Comercio que llevaron a una mayor concentración de la riqueza en unas cuantas manos y al más grande empobrecimiento de la mayoría de la población. Hubo muchas reacciones en contra, pero hasta ahora poco se pudo hacer contra él.
6. Llegó entonces el discurso del “mundo global”, de la “integración mundial”, de la “globalización”, que buscó encubrir lo que nosotros llamamos desde el fin de la Segunda Guerra: “imperialismo”, que al mismo tiempo se había hecho presente en el mundo desde fines del siglo XIX. La misma gata, nada nuevo, sólo que cien años después; pero ahora con el fin de integrar a más países alejando la idea de uno o dos imperios. Se alejó en el mundo la idea de las batallas antiimperialistas y nacionalistas puesto que existía un mundo global que cada día integraba a los demás países. Antes de la aparición del neoliberalismo y la “economía global” se reunían los “Cuatro Grandes” (Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Rusia o la URSS) que se encargaban de discutir los asuntos del mundo; hoy se habla del Grupo de los ocho, del Grupo de los 20, del BRIC, etcétera, dando a entender que se ha ampliado el número de países que dominan.
7. Al parecer fue esa estrategia de ampliar el número de países en la cúspide de la pirámide de dominación, de eliminar la idea de que los Estados Unidos fue durante un siglo el casi único país imperialista; ello parece haber dispersado más la idea de que el enemigo principal eran los imperialistas yanquis, de lo que ahora casi no se habla. El imperio yanqui-ruso que dominaba el mundo parece haber desaparecido y sustituidos por Estados Unidos, China-India, el Mercomún, Japón, Rusia y sólo después Alemania, Francia e Inglaterra, incluso se acerca Brasil. El enemigo real, los Estados Unidos, se perdió entre tantos aspirantes a la dominación mundial. ¡Qué buena estrategia para engañar al mundo! ¿Se olvida acaso que el presidente Salinas incluso mandó a hacer una gran ceremonia por televisión en cadena nacional para anunciar que México había pasado del tercer al primer mundo? ¿Quedará algún rincón de la economía de México que aún no haya sido entregado a los yanquis?.
Se pone en antecedentes al subdirector del FBI sobre el funcionamiento de los cuerpos de inteligencia, específicamente en cuanto a las acciones para detectar a posibles miembros de organizaciones terroristas. Estados Unidos considera que la extensión de su frontera sur con México y el escaso control ejercido por la policía mexicana por el cruce de personas y mercancías lo convierte en un país adecuado para los grupos terroristas.
2. ¡Qué entreguistas gobiernos hemos tenido en México, por lo menos desde 1982! Los gobiernos del PRI de los setenta, de los sesenta, de los cincuenta y más atrás, no eran tan abyectos porque por lo menos conservaban el discurso del llamado “nacionalismo revolucionario mexicano” que servía para engañar a las masas, pero también para presionar un poco a los yanquis. No fue muy poco romper con Franco, simpatizar con Arbenz, dar asilo a Trotsky y luego a Fidel Castro, mantener relaciones con Cuba contra los deseos de la OEA, romper relaciones con Videla, con Pinochet, ayudar al sandinismo en 1978 y apoyar a los salvadoreños rebeldes, así como tener aquí a refugiados de varios países con la oposición de la derecha empresarial y los panistas. No es sencillo decir que sólo eran fintas priístas que buscaban prestigio internacional. Se necesitan más análisis para saber cómo México logró en esos años presencia mundial.
3. Era distinto “el PRI de los setenta” -como calificaban los salinistas y panistas a Cárdenas, Muñoz Ledo y López Obrador- al PRI del neoliberalismo que le abrió las puertas a la derecha panista entregándose totalmente a los brazos de Reagan, Bush, Clinton, Bush 2 y Obama. El entreguismo total de Calderón es herencia de hace casi tres décadas que seguro continuará con Peña Nieto, pero no estoy seguro que si llegara López Obrador pueda acabarlo, aunque sí hacerlo menos brutal. ¿Cómo frenar en seco esa descarada intervención yanqui en México que permite que más de 20 mil agentes de la CIA, la DEA, del FBI, de la INTERPOL, de la embajada y consulados yanquis, se dediquen a espiar teléfonos, servicios de transporte, universidades, registren a migrantes en territorio mexicano, etcétera? Seguramente AMLO tiene la llave para expulsarlos del país, pero no se lo hemos escuchado en ninguno de sus discursos.
4. No es necesario, además casi imposible, romper relaciones diplomáticas con el gobierno yanqui por su descarado intervencionismo en el país; pero sí es indispensable dejar muy claro con ellos las relaciones que se mantienen. No es un secreto que durante la crisis de 1981-82 del petróleo y luego del “saqueo” que denunció mordiéndose la lengua López Portillo, los yanquis –con Reagan en la Presidencia- aprovecharon todo para meterse hasta la cocina: Silva Herzog, nuevo secretario de Hacienda, por órdenes del presidente electo De la Madrid firmó con Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional un “Programa de austeridad” que se convirtió en una cadena para la aplicación de políticas económicas y del presupuesto anual de México; tampoco es un secreto que De la Madrid declaró que había que devolverle a la sociedad (igual iniciativa privada) lo que el Estado le había quitado. Fue la aceptación total, abierta, de la imposición del neoliberalismo y la privatización sin contemplación.
5. Fue cuando el entonces priísta Muñoz Ledo y muchos de los articulistas después, denunciamos que se trataba de “otro proyecto económico de nación”. Salió al quite Angel Gurría (¿secretario de Relaciones?) y respondió burlándose de nosotros diciendo que no se trataba de un sexenio sino de 25 años o más en que el Estado cedería su lugar a la iniciativa privada. Con Calderón se cumplirían 30 años del más abierto y acendrado neoliberalismo privatizador y Gurría –que fue previsor- es hoy un funcionario internacional al servicio de los Estados Unidos. El neoliberalismo fue un proyecto económico y político transnacional que nació con la Thatcher y Reagan y se extendió en todo el mundo; llevó a la firma de Tratados de Libre Comercio que llevaron a una mayor concentración de la riqueza en unas cuantas manos y al más grande empobrecimiento de la mayoría de la población. Hubo muchas reacciones en contra, pero hasta ahora poco se pudo hacer contra él.
6. Llegó entonces el discurso del “mundo global”, de la “integración mundial”, de la “globalización”, que buscó encubrir lo que nosotros llamamos desde el fin de la Segunda Guerra: “imperialismo”, que al mismo tiempo se había hecho presente en el mundo desde fines del siglo XIX. La misma gata, nada nuevo, sólo que cien años después; pero ahora con el fin de integrar a más países alejando la idea de uno o dos imperios. Se alejó en el mundo la idea de las batallas antiimperialistas y nacionalistas puesto que existía un mundo global que cada día integraba a los demás países. Antes de la aparición del neoliberalismo y la “economía global” se reunían los “Cuatro Grandes” (Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Rusia o la URSS) que se encargaban de discutir los asuntos del mundo; hoy se habla del Grupo de los ocho, del Grupo de los 20, del BRIC, etcétera, dando a entender que se ha ampliado el número de países que dominan.
7. Al parecer fue esa estrategia de ampliar el número de países en la cúspide de la pirámide de dominación, de eliminar la idea de que los Estados Unidos fue durante un siglo el casi único país imperialista; ello parece haber dispersado más la idea de que el enemigo principal eran los imperialistas yanquis, de lo que ahora casi no se habla. El imperio yanqui-ruso que dominaba el mundo parece haber desaparecido y sustituidos por Estados Unidos, China-India, el Mercomún, Japón, Rusia y sólo después Alemania, Francia e Inglaterra, incluso se acerca Brasil. El enemigo real, los Estados Unidos, se perdió entre tantos aspirantes a la dominación mundial. ¡Qué buena estrategia para engañar al mundo! ¿Se olvida acaso que el presidente Salinas incluso mandó a hacer una gran ceremonia por televisión en cadena nacional para anunciar que México había pasado del tercer al primer mundo? ¿Quedará algún rincón de la economía de México que aún no haya sido entregado a los yanquis?.
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