Rompiendo un foco.

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lunes, 28 de febrero de 2011

¿Que hacemos con Gadafi?.



Los levantamientos en el mundo árabe no se detienen, Egipto siguió a Túnez y Libia a Egipto. Cada proceso tiene sus particularidades y en el caso Libio un elemento genera polémica y dudas entre los analistas, funcionarios y gobernantes progresistas o de izquierda: la figura de Muamar el Gadafi, el líder que por más de 40 años gobernó los destinos de esta potencia petrolera del norte de África.

Gadafi llegó al poder en 1969 y pronto destacó como una figura anti imperialista y socialista, el famoso Libro Verde del líder fundamentó el socialismo libio y es material indispensable para cualquier estudioso de los movimientos revolucionarios del Siglo XX.


Su figura despertó tanto odio en Washington que el palacio presidencial de Trípoli fue bombardeado por Estados Unidos el 15 de abril de 1986 (allí murió una hija adoptiva de Gadafi).


La revolución Libia mantuvo su impronta anti imperialista desde lo discursivo, pero desde el ataque a las Torres Gemelas hasta aquí, su práctica política se modificó radicalmente. Para Washington Gadafi pasó de demonio a un gobernante que podía utilizarse como aliado circunstancial en la lucha contra el terrorismo.


El 5 de septiembre de 2008 la entonces secretaria de estado de Estados Unidos, Condoleezza Rice, realizó una visita histórica a Trípoli, desde donde aclaró que “hay un largo camino por recorrer” pero luego agregó que la visita “demuestra que Estados Unidos no tiene enemigos permanentes y que si algunos países están dispuestos a hacer cambios estratégicos o de orientación, Estados Unidos está dispuesto a responderles. Libia y Estados Unidos comparten intereses permanentes que son la cooperación en la lucha contra el terrorismo, el comercio, la proliferación nuclear, África, los derechos humanos y la democracia”.


Gadafi se acercó a Estados Unidos pero no se alejó de los gobiernos progresistas de América Latina, mantuvo fluidas relaciones con la Venezuela bolivariana, con el nacido Estado Plurinacional de Bolivia y con la Nicaragua sandinista.


La preguntas surgen espontáneas: ¿Quién es Muamar Gadafi? ¿Cómo debemos ubicarnos desde una visión progresista ante los últimos sucesos acontecidos en Libia?


A continuación sumaremos a este debate la postura del gobierno venezolano a partir de dos declaraciones, la de su presidente, Hugo Chávez y la de su canciller Nicolás Maduro.


Hugo Chávez:


“Desde aquí con este corazón un rezo por la paz en Libia y una denuncia por el doble rasero de quienes la condenaron de inmediato y guardan silencio con los bombardeos de Israel y las masacres en Irak y Afganistán, naciones invadidas por Estados Unidos”.


Nicolás Maduro:


“Libia está en un proceso de guerra civil, compleja difícil, seguramente pasarán los días y las semanas y podremos saber a fondo la verdad. Nosotros repudiamos la violencia pero hay que analizar el conflicto libio con objetividad, están creando condiciones como denuncia el líder de la revolución cubana, Fidel Castro, se están creando condiciones para justificar una invasión militar a Libia y el objetivo central de una invasión a Libia es el mismo objetivo que tuvo Bush (George W), tomar el petróleo de Libia, desgajar a Libia en veinte pedazos y quitarle a la OPEP uno de sus puntales fundamentales. Nosotros abogamos por la paz del pueblo Libio, porque mantenga su unidad nacional, porque por la vía pacífica encuentre respuestas a sus problemas, porque cese la guerra civil”.


Y ahora se abre una discusión necesaria. Ricardo Bajo H. critica la posición del Canciller venezolano en el programa Contextos, que emitimos diariamente por las emisora estatales de Bolivia y Venezuela (www.patrianueva.bo – www.laradiodelsur.com):


“Yo disiento de lo que acaba de decir el compañero Nicolás Maduro, creo que Gadafi no es uno de los nuestros y aquí hemos venido discutiendo varios días sobre las estrategias comunicacionales mediáticas de lo que esta pasando en Libia, todos estamos de acuerdo en que tenemos demasiada poca información para tener un juicio exacto y redondo de lo que está pasando, pero yo reitero lo que he venido sosteniendo todos estos días, Gadafi no es uno de los míos, no es uno de los nuestros. Creo que no podemos diferenciar entre dictadores buenos y malos, amigos nuestros o no amigos, creo que entraríamos a hacer lo mismo que hacen los gringos. Esa denuncia de la hipocresía, creo que tapa o intenta tapar los crímenes o las violaciones a los derechos humanos que está habiendo ahora contra el pueblo libio”.


¿Cuál es entonces el eje de la discusión?


¿Debemos pones énfasis en la violaciones a los derechos humanos promovidas por el gobierno de Gadafi para condenarlas, o centramos nuestra denuncia en las intenciones de las potencias hegemónicas y en la hipocresía del sistema?


Adicionalmente sabemos también que EE.UU. y sus aliados utilizan mediáticamente esas -muy deficientemente demostradas- violaciones a los derechos humanos para demonizar a Gadafi y así justificar incluso una posible operación militar contra su país.


El director del periódico venezolano Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel, habla sobre el tema en su habitual columna dominical:


“Casi toda la información que nos transmiten de esos sucesos, en especial los primeros días, estuvo orientada a afectar la imagen del gobierno de Gadafi y favorecer a quienes se han sublevado. No ha privado en esos corresponsales el esfuerzo por difundir la realidad de cuanto ocurría. Difundían especies y rumores sin confirmación alguna. Buscar y escribir la verdad no fue la norma ética de muchos de esos periodistas y medios.


¿De dónde sacaron las noticias que ‘aviones militares libios…bombardearon varios lugares’ de Tripoli, como informó Arabiya TV el lunes 21 y que ‘al menos 250 personas habían muerto en la capital en los bombardeos del Ejército del Aire contra los manifestantes…’ como transmitió ese mismo día Al Jazira? No presentaron ninguna imagen de los efectos de los bombardeos, y cinco días después no las habían podido ofrecer. Alguna agencia explicó que leales a Gadafi ¡habían limpiado las calles y escondido los escombros! ¿Y cómo es que ningún edificio resultara dañado? Todo eso lo habían dicho "testigos" no identificados, por supuesto”.


El cierre me lo reservo para mí durante la discusión antes mencionada con Ricardo Bajo H. en Contextos:


“A mí para cerrar un poco todo esto me indigna profundamente que ahora la comunidad internacional se rasgue las vestiduras por lo que pasa en Libia, que yo estoy de acuerdo, vamos a la Corte Penal Internacional y condenemos a Gadafi porque mató a 300 personas, vamos que se haga el juicio, se demuestra y lo condenamos, pero después volvemos a casa y nos matamos de risa…¿Y a Bush cuándo lo condenamos? ¿Y a Obama por seguir matando en Afganistán y Pakistán cuándo lo condenamos? A mí me indigna este doble rasero y ahora no le voy a hacer el jueguito a toda la indignación mundial… ¡qué bueno que se junte el Consejo de Seguridad y que vayan y que manden una misión militar a Libia! ¡No! dejémonos de joder, no puede ser, no puede ser que tenga está lógica el sistema que gobierna el mundo”.


¿Cuál es entonces la postura que debemos asumir?


Mejor decídanlo usted y su conciencia.

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